
Despierta,
lejos de mis sábanas por unos instantes obligados.
Lo real,
lo irreal,
estoy confundida.
Crees mirar una flor, crees ver una flor,
crees en ella reside la belleza,
la admiras y no te cansarías de mirarla.
Pero no es belleza lo que ves,
sólo una estructura reproductora de una planta,
que utiliza la perfección para lograr alcanzar el egoísta objetivo de la supervivencia de su especie.
¿Y quien cree entonces en la belleza?
Parecía tan reconfortante que esa flor, que era bella, lo era para tú deleite,
para crear la atmósfera harmoniosa del cosmos.
¿Cuántas cosas bellas no son sinceras?
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